viernes, 27 de julio de 2012

El clavo: la botica natural

La especia del clavo tiene propiedades caloríficas, antibacterianas y antisépticas. Esta planta alivia el dolor, reduce la náuseas y previene o alivia los vómitos. Combate y neutraliza las bacterias patógenas y previene la infección. Suele utilizarse como analgésico tópico para dientes y encías. Masticar un clavo después de las comidas ayuda a eliminar el mal aliento.  




El clavo tiene gran valor preventivo frente a diversos trastornos. Frena, por ejemplo, la aglomeración de plaquetas de la sangre, un fenómeno asociado a las enfermedades cardiovasculares. Esta especia contiene aceites volátiles y esenciales que ayudan a digerir  los alimentos y alivian las molestias causadas por los gases y las inflamaciones; estimula el peristaltismo. Su efecto astringente ayuda a controlar las hemorragias.  
Además, el clavo contribuye a desprender las flemas del tracto respiratorio. También estimula la irrigación sanguínea de la piel, causando un enrojecimiento localizado. Para las personas que se enfrían fácilmente, esta hierba aumenta el calor interior, disipa el frío del cuerpo y fortalece el metabolismo y la circulación. El clavo potencia las funciones gástricas y restaura, nutre y ayuda a todo el organismo; ejerce un suave efecto fortalecedor en todo el cuerpo. Además, el clavo expulsa o repele las lombrices intestinales.  




Uno de los efectos más prometedores del clavo proviene de su capacidad para reducir el colesterol. Si se ponen cada día un remojo durante un mes seis clavos en medio vaso de agua durante toda la noche y se retiran por la mañana con la ayuda de una cuchara o un tenedor y esa agua se bebe, es muy probable que se restablezcan los adecuados niveles de colesterol en el organismo.

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