viernes, 20 de julio de 2012

Las vitaminas antioxidantes y los radicales libres

En el momento actual, se ha incrementado mucho el consumo de tes vitaminas: A (carotenos), E (tocoferoles) y C (ácido ascórbico). La presión publicitaria respecto a ellas, resulta agobiante. No sólo abunda su consumo en preparados farmacéuticos como grageas, cápsulas, sobres para disolver o comprimidos efervescentes (en el caso de la vitamina C), sino que también las encontramos (sobre todo la vitamina E) en cualquier crema de belleza. 
Los seres humanos, como cualquier otro material, nos oxidamos. Gran parte de los fenómenos del envejecimiento y de las enfermedades degenerativas puede deberse a un proceso de oxidación de moléculas tan importantes como los ácidos nucleicos, los lípidos o las proteínas. 
Este proceso natural de oxidación, es intrínseco a todo ser vivo, que nace, crece, se reproduce, se desgasta y muere. 
No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que a estas oxidaciones naturales estamos añadiendo otras, consecuencia de nuestro "progreso" (industrias, automóviles, calefacciones...). Y además, el sol que siempre había estado ahí, ahora ejerce su poder oxidativo con más fuerza al haber disminuido parte de la protección natural que teníamos, la capa de ozono.  




Paralelamente a este proceso social se desarrolla el proceso individual con una estresante actividad y comidas descontroladas. 
Por eso, no es de extrañar que padezcamos enfermedades degenerativas consecuencia de un medio (interno y externo) oxidado. 
Los principales responsables de este nocivo proceso de oxidación son unos agentes tremendamente activos que se denominan radicales libres. 
Los radicales libres son átomos o grupos de átomos con uno o más electrones desapareados, capaces de participar en las reacciones de transferencia de electrones, como oxidantes. 
Los radicales libres son moléculas "excitadas" que pueden actuar en la pared de las células, lesionándolas y debilitando su estructura, facilitando su degeneración y destrucción. Se trata de un proceso de transferencia de electrones, es decir, de una oxidación. Los radicales libres también atacan los capilares y las terminaciones nerviosas; alteran las proteínas (por ejemplo, las que se depositan en el cristalino formando cataratas); alteran la elastina, una proteína constituyente de los músculos y las articulaciones, facilitando el proceso de la artrosis; y oxidan los lípidos plasmáticos facilitando la formación de ateromas en las paredes arteriales.  




Podemos resumir en tres apartados la acción de los radicales libres: 
-Destrucción de membranas celulares 
-Destrucción de estructuras intra y extracelulares 
-Oxidación de compuestos plasmáticos  


Fuentes de radicales libres   


Fuentes endógenas: 
La fuente más importante de radicales libres es el exceso de calorías de la dieta. Cuantas más calorías ingerimos, más tiene que metabolizar nuestras células y más radicales libres producen. 
En la cadena respiratoria del metabolismo celular se producen el anión supeóxido, muy oxidante. La producción es mayor cuanto mayor sea el metabolismo basal y más sean las calorías ingeridas.  
El estrés y la actividad física aeróbica extenuante, sin programación, también los aumentan. 
Se producen también en los mecanismos de defensa inmunitaria. Por ejemplo, en las enfermedades autoinmunes, en las infecciones, en el cáncer, SIDA...  




Además, hay otras causas exógenas que hacen que su producción aumente.  


Fuentes exógenas:   


-Rayos ultravioleta. Exceso de sol.  
-Tabaco. 
-Medicamentos. 
-Alimentos procesados: aditivos, ahumados, irradiados, braseados, microondas... El efecto se agrava por el mal estado de los intestinos y el hígado. 
-Contaminación ambiental: oxidaciones industriales y de los coches, iones de metales pesados... 
-Las radiaciones. 
-Alimentos fritos con aceites requemados y los braseados.   






LOS ANTIRRADICALES O ANTIOXIDANTES   


De una manera natural nuestras células tienen las herramientas para neutralizar los temidos radicales libres. Algunas herramientas son endógenas (producidas por las propias células) y otras exógenas que introducimos mediante los alimentos o los complementos dietéticos. 
  
Antirradicales endógenos  


-Enzimas: superóxidodismutasa (SOD), cinc y cobre dependiente. Catalasa hierro dependiente. Glutation peroxidasa selenio dependiente y la coenzima Q.  


Antirradicales exógenos  


-Vitaminas: vitamina E (tocoferoles), acción asociada al selenio. Vitamina A (carotenoides), Vitamina C (ácido ascórbico) 
-Minerales: Selenio, Cinc, Hierro, Magnesio, Manganeso.
-Flavonoides y antocianidinas.  






ESTRÉS OXIDATIVO Y ANTIOXIDANTES  


Los radicales libres se producen siempre, pero ante circunstancias de la vida como el estrés, el exceso de actividad, el tabaquismo, la contaminación, la alimentación inadecuada o el sedentarismo se generan más radicales de los normales. El cuerpo tiene sus vías de eliminación de radicales libres y la posibilidad de neutralizarlos en la misma sangre o en los fluidos corporales; esta es la labor de los antioxidantes. 
Cuando hay un desequilibrio entre las sustancias formadoras de radicales libres (oxidantes) y las sustancias captadoras o neutralizadoras de radicales libres (antioxidantes), ocurre lo que llamamos estrés oxidativo. 
Diversos estudios parecen demostrar que en personas expuestas a una generación excesiva de estos dañinos radicales libres, la ingestión de antioxidantes puede colaborar con las propias defensas del organismo a su neutralización. Por eso en algunos casos está indicada temporalmente la suplementación con vitaminas y oligoelementos antioxidantes y otras sustancias de demostrado carácter antioxidante como los bioflavonoides y las antocianinas. 
La vitamina antioxidante de lípidos por excelencia es la vitamina E. Aunque podríamos obtenerla  de los alimentos (se encuentra asociada a la grasa), necesitaríamos ingerir grandes cantidades de calorías. Además, cuando está asociada a grasas poliinsaturadas, la vitamina E es utilizada como antioxidante de éstas, quedando así mermada su actividad para el individuo que la ingiere.  






EQUILIBRIO Y ESTRÉS OXIDATIVO  


Cuando una persona no se encuentra en estado de equilibrio, es decir equilibrado el yin con el yan, lo ácido con lo alcalino, el sodio con el potasio, los radicales con los antirradicales, lo que hace con lo que realmente puede hacer, comienza a manifestarse las alteraciones. 
El estrés oxidativo es uno más de los desequilibrios orgánicos que puede tener una persona; se manifiesta especialmente en los procesos degenerativos y de envejecimiento, tales como: las inflamaciones de origen inmunitario; cáncer; demencia senil; cataratas; arteriosclerosis; hipercolesterolemia. 
Para solucionar estos problemas con sentido común, primero deberíamos conseguir un medio interno libre de tóxicos, para que las células, incluso las de los más ancianos, puedan neutralizar tanto los radicales endógenos como los exógenos. Esto se consigue comiendo sano y sin exceso y limitando el contacto con radicales exógenos. Y en segundo lugar, utilizando antirradicales y antioxidantes como los comentados anteriormente. 


LAS VERDURAS NUESTRAS PROTECTORAS  


Numerosos estudios han demostrado que la ingestión regular de verduras, especialmente las de hoja verde y las amarillo-anaranjado, ayudan a protegernos del cáncer y a la eliminación de tóxicos. 
Las crucíferas: col, brécol, coliflor, coles de Bruselas y nabos, contienen indoles y otras sustancias de reconocido efecto anticancerígeno. El indol-3-carbino de la coliflor parece ser beneficioso frente al cáncer de mama, ya que neutraliza formas de estrógenos que pueden desencadenar el tumor. El sulforafano del brécol y de las coles es un ase las sustancias con mayor poder anticancerígeno. 
Estudios epidemiológicos llevados a cabo en diversos países, han mostrado que las personas que comen habitualmente crucíferas, tienen tasas menores de cáncer de colon, pulmón, esófago, laringe, próstata, vejiga y recto. 
Además, la col contiene, L-glutamina, poderoso cicatrizante de úlceras digestivas. Para esta finalidad es conveniente beber un vaso diario de su zumo.  




Los carotenos: En las verduras amarillo-naranjadas y en las de hoja oscura se encuentran beta-carotenos y otros pigmentos carotenoides que inhiben el desarrollo de tumores, especialmente los de pulmón y piel.  




La clorofila: El color verde de las hojas es debido a una sustancia casi mágica, la clorofila, gracias a la cual la planta "transforma" la energía del sol en energía nutritiva. La clorofila se parece mucho a la hemoglobina de la sangre; la diferencia está en que la hemoglobina tiene un átomo de hierro y la clorofila de magnesio. Existe un sinergismo entre los animales y las plantas. Los animales aspiran el oxígeno del aire y exhalan dióxido de carbono, mientras que las plantas en presencia de luz lo hacen a la inversa. Esta observación ha desencadenado desde los años 50 numerosos estudios para conocer los posibles efectos beneficiosos de la clorofila en nuestro organismo.  




Muchas son las virtudes de esta especial molécula: antibactericida, antiinflamatoria del colon, cicatrizante de úlcera digestivas; otras son a nivel externo en forma de cataplasmas, como cicatrizante de heridas, desinfectante, antiinflamatoria y antitérmica. 
Otras propiedades
El cardo y las alcachofas regulan la secreción biliar. Las hojas verdes de la lechuga tienen suaves efectos sedantes y somníferos. Los puerros son diuréticos úricos. Las raíces de bardana y diente de león, así como las ortigas son muy depurativos y remineralizantes. El nabo y el rábano crudos ayudan a eliminar mucosidades del aparato respiratorio. El ajo y la cebolla contienen sustancias como el sulfuro alílico y otros compuestos sufurados orgánicos, que actúan como detoxificantes de agentes cancerígenos. 
Entre estas propiedades hay que recordar algunas negativas, como por ejemplo, el efecto calcificador (formador de piedras y endurecimientos) de las solanáceas: pimientos, tomates, berenjenas y patatas.  
 La energía vital 
Podemos emplear las verduras como verdaderos medicamentos para ayudar a resolver problemas particulares como los citados anteriormente; pero su mejor utilidad es como reguladores energéticos.  




Las verduras deberían estar presentes en cada comida y su utilización marcada pro la siguiente lógica: 
-Siempre frescas. Las propias de la estación. 
-Cocidas en las épocas frías y crudas en las calientes. 
-En cantidades grandes para las personas con problemas de excesos de yan y en cantidades menores para excesos de yin. 
-Predominancia de las raíces y cocidas para problemas de yin, y de hojas y crudas para los yan. 
-Color verde para equilibrar el hígado y la vesícula biliar, amarillo para el estómago y el bazo-páncreas, blanco para el pulmón e intestino grueso. 


Extraído del libro "El equilibrio a través de la alimentación", Olga Cuevas Fernández.

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