viernes, 21 de septiembre de 2012

El aspartamo y otros edulcorantes mortíferos

El aspartamo es el edulcorante utilizado en los refrescos light en miles de alimentos "dietéticos". Donald Runmsfeld, cuando era director general de un importante laboratorio farmacéutico, consiguió el permiso para comercializar este alimento/medicamento tóxico bajo el gobierno de Reagan. Aprovechó su influencia política para ocultar un informe toxicológico de la FDA que indicaba que el aspartamo no sólo provocaba cáncer, sino también tumores cerebrales. En 1996, la FDA publicó una lista de 92 reacciones adversas al aspartamo- entre las que figuraban convulsiones, ceguera, obesidad, tumores de mama y cerebrales, disfunción sexual e incluso casos de muerte-, todas ellas recopiladas a partir de las quejas de 10.000 consumidores.   



Mediante sagaces campañas publicitarias se hizo creer  a la población mundial que el aspartamo y todos los demás edulcorantes artificiales no eran más que simples aditivos alimentarios inofensivos que proporcionan un sabor dulce y, al mismos tiempo, ayudaban a las personas a mantenerse delgadas o incluso a perder algunos kilos. Sin embargo,  en realidad, los edulcorantes están patentados como "potenciadores del apetito", y, desde luego, cumplen lo que prometen: provocan en el consumidor un deseo irreprimible de comer gran cantidad de hidratos de carbono, por tanto, hacen que engorde. 
Ahora, el aspartamo ha sido patentado como medicamento para tratar la anemia falciforme, una de las muchas enfermedades de la que es responsable. El investigador Carl Manion observó que una sola dosis de aspartamo reducía el recuento de células falciformes en la sangre. El aspartamo, al metabolizarse, se transforma en ácido fórmico, una sustancia tóxica que va de célula en célula matándolas a todas y dejando una ampolla de tejido muerto.  



El aspartamo es un veneno sinergístico basado en metanol. El metanol causa graves defectos congénitos e importantes trastornos del desarrollo, como autismo y déficit de atención en los descendientes de consumidores de aspartamo. Desde la década de 1950, cuando se empezó a ofrecer masivamente aspartamo, glutamato monosódico y flúor a nuestros jóvenes junto a los devastadores programas de inmunización, el cociente de inteligencia medio de los licenciados universitarios ha descendido un 10%. 
El dulzor tiene un precio 
El aspartamo, la sucralosa y la sacarina son los edulcorantes artificiales más comúnmente utilizados y gozan de gran predicamento entre las personas preocupadas por su peso corporal. Al creer que están haciendo algo beneficioso para su organismo, piensan que han hallado el edulcorante "ideal" que les permite satisfacer su gula, pero sin engordar. No obstante, cada vez existen más pruebas de que los edulcorantes artificiales constituyen un importante riesgo para la salud, pues causan daños cerebrales y otros problemas del sistema nervioso.  
La sacarina es más de 400 veces más dulce que el azúcar normal y el aspartamo 200 veces más; por otro lado, la sacralosa se sitúa entre ambos. Otro edulcorante aprobado recientemente, el neotamo, parece tener un enorme poder endulzante, por lo que se le ha llamado "superaspartamo".  



Considerados no tóxicos y seguros por parte de las autoridades británicas, tanto la sacarina como el aspartamo han conseguido entrar en la cadena alimentaria. Ambos edulcorantes no sólo sen encuentran en bebidas, sino también en gelatinas, pirulíes infantiles y otros muchos tipos de caramelos, flanes e incluso alubias y pasta en conserva. El aspartamo, que se comercializa con los nombres comerciales de NutraSweet, Hermesettas, Gold Choice y Canderel, aparece en unos 14.000 productos alimenticios en Estados Unidos y centenares de productos en el Reino Unido y otros países europeos. Entre estos productos cabe citar zumos de frutas, gaseosa light, polos, sucedáneo de azúcar para el té o café, preparados instantáneos para el desayuno, chicles, batidos de chocolate y otras bebidas, medicamentos, complementos alimentarios e incluso yogures. 
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria está especialmente preocupada por el consumo excesivo de edulcorantes por parte de los niños. A mediados de la década de 1990, el gobierno británico anunció que la ingesta diaria admisible o segura de sacarina era de 2,5mg/kg de peso corporal. Actualmente, el ciudadano medio consume unos 14mg/kg de peso corporal al día. Hasta los diabéticos consumen esa cantidad. Puesto que no todas las personas consumen sacarina ni ingieren alimentos que la contienen, muchas de las que la consumen, por tanto, deben tomar unos 20mg/kg al día o más. Cuando toman reiteradamente edulcorantes, muchos niños y adultos "esperan" que diversos alimentos y bebidas tengan un sabor muy dulce, que en su mayoría no tienen en su estado natural. La manipulación del sabor natural de estos productos tiene secuelas: caer en la trampa de lo "dulce" no sale gratis.  



Basta comprobar la lista de ingredientes que contienen los edulcorantes actuales. NutraSweet, por ejemplo, contiene formaldehído, L-fenilalanina, acetaldehído, benzaldehído, metano, dimetoxi-propanona, etano, propano, benceno, paraformaldehído, ácido L-aspártico, ácido oxazolidinocarboxílico y otros muchos compuestos químicos mortales. Aunque una persona no conozca ninguno de esos venenos, la próxima vez que coma o beba algo que contenga neotamo, aspartamo o sucralosa hará bien en recordar que ninguno de estos aditivos tiene algún componente natural. Ninguna de estas sustancias químicas es apta para el consumo humano. El formaldehído por sí solo es un potente agente cancerígeno. 

Extraído del libro "Los secretos eternos de la salud", Andreas Moritz

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