martes, 25 de septiembre de 2012

La manipulación genética

La ingeniería genética de los alimentos ha llegado a ser un negocio lucrativo que puede dejar la producción mundial de alimentos en manos de unos pocos individuos o gobiernos poderosos. Quien llegue a controlar la producción mundial de alimentos controlará también el mundo. En nombre del progreso y de la mejora de la producción alimentaria, el objetivo es hacer que cada país dependa de las semillas modificadas mediante ingeniería genética que suministran las principales empresas alimentarias, propietarias de sus patentes. Eso es exactamente lo que está haciendo la empresa fabricante de productos agrícolas Monsanto. En enero de 2005, Monsanto anunció la compra de la empresa de semillas de frutas y hortalizas Seminis. Se dice que la transacción ascendió a 1.400 millones de dólares. Una vez que la gran mayoría del planeta utilice un sus cosechas semillas manipuladas genéticamente, los alimentos "Frankenstein" creados por el hombre se cobrarán su cuota en vidas humanas. El objetivo del grupo más poderoso e influyente del mundo es reducir drásticamente el número de habitantes del planeta. ¿Por qué? Pues porque una población mucho más reducida, así como las fuentes naturales del planeta, serían mucho más fáciles de controlar que ocho mil millones de personas. Los alimentos modificados genéticamente desempeñan un papel decisivo en esos planes, y a menos que el resto de la humanidad asuma sus responsabilidades sobre la Madre Tierra, eso es lo que tiene muchos visos de ocurrir. 
Monsanto, quien también produce el edulcorante tóxico aspartamo, inserta en la soja genes de plantas de otras especies para hacerla resistente frente al potente herbicida Roundup (glifosato). Los incautos campesinos podrían recibir con los brazos abiertos una planta milagrosa de este tipo, a menos, por supuesto, que se enteren del riesgo que representa. La semilla de soja resistente puede ahora empaparse a voluntad con Ruondup para acabar con las malas hierbas sin que la soja se estropee. Con esto es posible  olvidarse de los problemas con las malas hierbas que ahogan a las plantas de soja, aunque, eso sí, a costa de causar problemas mucho mayores al consumidor. La nueva soja está gravemente contaminada con el herbicida tóxico Roundup
En la actualidad, esos productos de soja genéticamente manipulados, que representan un 80% de la soja disponible, se encuentran en la mayoría de los productos infantiles, entre ellos en los de Carnation, Similar, Enfamil, Isomil y Neocare, así como en los doritos, los Fritos, los aceites vegetales, las margarinas y muchos más productos. Hoy en día, dado que la soja es el ingrediente básico de miles de productos alimenticios, la población está siendo envenenada sistemáticamente con herbicidas perniciosos. 
Uno de los genes que se usan en la creación de la nueva soja es un derivado de la planta de la petunia, una variedad de la familia de las solanáceas. Se trata de una mala noticia para los que sufren artritis causada por las solanáceas, pues, de inmediato, si comen inadvertidamente algo que contenga soja, pueden quedar lisiados por la artritis. Tal vez no tengan problema alguno con la soja, pero la soja ya no es simplemente soja, ahora es también una solanácea, al menos desde el punto de vista genético. 
El método de la manipulación genética puede acarrear consecuencias mucho más graves que una "mera" dolencia artrítica dolorosa. Cuando Monsanto introdujo el gen de la nuez de Brasil en la soja, las personas alérgicas a la nuez de Brasil sufrieron una anafilaxis al ingerir un producto con soja. La anafilaxis es una reacción alérgica grave y potencialmente mortal que impide respirar. A Monsanto se le obligó retirar ese gen para evitar mayores complicaciones de esa naturaleza. 
El proceso de manipulación genética de los alimentos implica a menudo el uso de virus vivos, suficientemente pequeños para penetrar en el núcleo celular y, por consiguiente, infectar otro material genético. El cáncer que contraen los pollos es a menudo fruto de una infección de  virus Rous sarcoma. El virus del cáncer de pollo se utiliza como portador para implantar el gen de la hormona del crecimiento en las piscifactorías y acelerar así el crecimiento de los peces. Una vez que el virus ha infectado a los peces, lo más probable es que acabe en nuestro plato y también nuestro organismo legará a albergar a numerosos virus que normalmente nunca se habrían encontrado en él. 
De modo similar, se ha utilizado el virus de la leucemia como portador para introducir genes humanos en crías de pollos, que así prosperan mejor (es un decir). Una vez se recurrió a un retrovirus para insertar células fetales humanas a los cerdos a fin de generar aortas para transplantarlas a seres humanos. Cuando se transplantó una aorta de cerdo a un cuerpo humano, se produjeron infecciones en seres humanos por el retrovirus del cerdo. 
Los virus que se utilizan en la ingeniería genética se combinan con otros para crear nuevas enfermedades vegetales y animales. Al ingerir esos nuevos alimentos, nuestros intestinos pueden absorber un material genético ajeno proveniente de esos virus e incorporarlo a nuestras células. Por culpa de la investigación genética y la producción de alimentos, actualmente estamos  a punto de crear nuevas enfermedades contra las que no tenemos medios naturales ni artificiales para defendernos. 
A medida que se cultivan más y más alimentos que incluyen genes ajenos a fin de hacerlos resistentes a ciertas plagas, pesticidas, herbicidas o antibióticos, más numerosos serán esos genes portadores o vectores que acabarán alojándose en nuestro tracto intestinal, infectando las bacterias de nuestro intestino. Los microbios intestinales infectados no sólo serán resistentes a los antibióticos, sino también a cualquier tipo de tratamiento. 

Extraído del libro "los secretos eternos de la salud", Andreas Moritz.

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